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Matías
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29 de diciembre de 2009
1:45
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Ya pasaron cinco meses desde el episodio de los pisos patéticos, la rebaja del alquiler y el problema con los sillones y debo reconocer que esto de vivir solo... va fluyendo. "Fluye" sería una exageración, el gerundio me parece más apropiado por ahora. Es cierto que Mari me soluciona el problema de la limpieza de mi nidito de soltero y que llevar la ropa al Lavamam me ahorra mucho tiempo y disgustos. La bolsa de ropa limpia y planchada muchas veces viene acompañada por un "te voy a regalar una plancha, eh" o un "a ver qué dice mi psicóloga cuando le cuente que el 24 de diciembre me trajiste una bolsa repleta de ropa sucia y el 25 tenías todo limpito y planchado".
La queja es algo que se gesta junto con el embrión en la panza de las mamás. Crece, se alimenta y se perfecciona junto con los niños, luego adolescentes y finalmente adultos. La queja es, además, una forma de relacionarse con los críos. Acompaña la llegada, la partida y la estadía del joven en el hogar paterno.
Lo importante es lograr comprender que la queja de la madre es algo completamente natural e inevitable y que los hijos debemos aprender a convivir con eso. O mandarnos a mudar y sufrirlo menos.
Sin embargo, en mi caso, aunque promesas de planchas nuevas estén presentes, yo sé que mi madre disfruta de lavar mi ropa. Significa que algo mío está aún bajo su horizonte de control. Siente que tiene bajo la manga la amenaza de "mirá que no te lavo la ropa, eh" y que yo tendré que ir cubierto por una frazada a trabajar. Y lo más, más importante... se asegura que, como mínimo, la voy a ir a visitar una vez por semana.
Pero yo quería hablar de otra cosa.
Desde que me mudé que dije que voy a instalar un filtro purificador para remover el cloro, metales pesados y demás sustancias que Lucifer pone en nuestra agua. Obviamente aún no lo hice. Lo que vengo haciendo es comprar un bidón de muchos litros de agua Villa del Sur (que me encanta) y voy rellenando una botella de dos litros, también de dicha marca.
Luego de varias rellenadas, me di cuenta de que usar embudo es de flojito.
Un saludo a mi mamá que me está leyendo.
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Matías
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27 de diciembre de 2009
1:05
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Acabo de ver El Jardinero Fiel y me siento como si estuvieran tocando la guitarra con mis tendones. La recomiendo. Eso sí, tengo dos amigos esperándome a quince cuadras de acá para ir a un bar. No se imaginan cuán buena es esta peli para quitarte todas las ganas de salir a divertirte un sábado a la noche.
De yapa dejo dos pelis más para no ver antes de irse de juerga: Turtles can fly y La tumba de las luciérnagas. Excelentes ambas.
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Matías
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14 de diciembre de 2009
22:11
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Antes de cantar su primera nota, mi morena respira un airecito y sus pulmones entran en una tibia ebullición. Cierra los ojos para guardarse su música hasta que decida dejarla salir.
Sólo cuando las paredes de la habitación, el aire y el piso están listos, ella separa los labios y deja salir un mi hecho de vapor de miel y semillas de girasol.
Yo echo raíces y sonrío para adentro.
Nunca había visto amanecer tantas veces en un día.
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9 de diciembre de 2009
14:57
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Sigo en la confitería. Acaba de entrar un pibe con un traje dentro de una bolsa de tintorería. Tiene unos auriculares de vincha plateados, enormes. Enormes. Cada uno se viste y se arregla como quiere, no? Pero esos auriculares... nah. Si esos son los de la calle, no me imagino cómo serán los auriculares que usa en un estudio de grabación... debe meter la cabeza adentro de un parlante. Se acercó al mostrador y gritó: "¡¿Me das un sanguche de milanesa?!"
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14:52
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Choele Choel es un lugar casi tan perdido como 9 de Julio. Tiene otros encantos, claro, es el sur. Y ya sabemos sobre los encantos del sur.
Las terminales de micros son tan pequeñas que los colectivos que paran en la vereda de enfrente de la casa de mis papás, no cabrían. Tienen unas confiterías (barcitos) muy pintorescas donde se puede comer por poca plata.
Me pedí unos ñoquis con tuco y peceto y un 1/4 de vino de la casa. Llega la comida, llega el vino, llega el sifón. Acá el vino es con soda. Y no se haga el gracioso, no complique al mozo pidiéndole expresamente que no traiga el sifón. Sino, imagine la siguiente situación:
- ¿Coca? No, no, yo te pedí sólo un fernet.
¿No es cierto que no? Bueno, acá es lo mismo. Punto.
El vino me lo trajeron en un jarrito de metal y ¡menos mal que además de los aires acondicionados, dios inventó la soda! Definitivamente el vino no es rico. Ojo, no me quejo, eh, yo me lo busqué... vino de la casa en una terminal de micros.
Las pastas están ricas y vienen con el queso rallado ya puesto. Bastante queso, está bueno.
Otro trago de vino... En serio, es feo, feo. No exagero.
Pero el vino no opaca la situación. Es lindo estar acá. Hay una calidez especial en estas confiterías que me hace sentir en casa-viajando. Condensan la delicia del viaje. Bah... la delicia del viajar.
Llega el flan mixto.
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24 de noviembre de 2009
21:20
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Cuando me preguntan acerca de qué recuerdo de la tele durante mi niñez, me vienen a la cabeza imágenes, personajes, slogans y jingles que básicamente puedo dividir en dos grupos. El primero relacionado fundamentalmente con dibujos animados como Los Pitufos, La Pantera Rosa, Los Picapiedras, Los Supersónicos, Hanna-Barbera en general, Los Supercampeones, El chavo, Los Snorkels, Ricky Ricón, Los Autos Locos, El Conde Pátula, El Mundo de Disney con Leonardo Greco. Y los archiconocidos Bugs Bunny & friends.
El segundo grupo comienza con una fresca pequeña diciéndole a su mamá que su papá pedía que a todo le ponga mucha Hellman's. Continúa con una imagen oscura y la voz de un locutor recordándonos que Cuando se apaga la luz, se enciende Gimonte. Y por último, algo que yo no sabía qué era pero que seguramente tendría sabor a manzana: la Crema Antihemorroidal Manzán.
Cuando yo era chico pensaba que Hanna-Barbera era una mujer. Se llamaba Ana pero como era en inglés le ponían Hanna. Posta.
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0:28
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Yo pienso que una de las maravillas más grandes que tiene el cine es que puede lograr que la extrañes incluso sabiendo que fue una perra egoísta.
Incluso estando seguro de que es una de las pocas cosas que no esperas con la puerta abierta.
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19 de noviembre de 2009
3:35
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En los días ensopados como hoy me siento como si tuviera puesto un pullover de celofán.
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16 de noviembre de 2009
3:37
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Usualmente la gallina se toma un buen tiempo para meditar sobre el asunto. Una vez que siente que está lista se dirige al Ministerio de Planificación Aviaria para pedir permiso para poner un huevo.
Con el permiso bajo el ala, nuestra decidida gallina se busca un gallo piola.
A partir de acá el pollo pasa por los siguientes estadios:
Huevo.
Pollo.
Pollo al horno.
Salpicón de ave.
Sanguchito de pollo.
Pollomodelismo
(también llamado "hacer adornitos con los huesos").
Criatura cubierta con organismos descomponedores.
Y ahora también ilustrado a todo color:
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1:41
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¡Andá a encerrar las gallinas, andá!
¡Traé el agua pal mate, traé!
Por culpa de que el eco no termina sus oraciones, decimos que la gente del campo habla mal.
Bueno... peor sería si el eco fuera tartamudo.
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13 de noviembre de 2009
2:11
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Todos aquellos que alguna vez se hayan topado con un genio, no importa si salió de una lámpara, de un baúl o de una botella de Mocoretá, sabrán que hay deseos que no pueden pedirse. No por timidez, vergüenza o porque vayan a molestar al genio, sino porque sencillamente él no está autorizado a cumplirlos. Hay una cosa bastante formal... un protocolo de genios cumpledeseos que justo ahora no tengo a mano, pero después lo googleo y se los paso. Pero más allá de eso, lo importante es que ese deseo que nos hace creer los más astutos, que secretamente tenemos preparado para pedir ni bien se nos dé la oportunidad, está prohibido. Le pese a quien le pese "poder pedir todos los deseos que yo quiera" no puede ser usado como uno de los tres deseos que nos ofrecen.
Yo nunca me crucé con un genio pero obviamente uno tiene sus contactos y se entera de estas cosas.
Tras un tiempo de pensar me di cuenta de que dinero, amor, salud, mujeres, hombres, pelo, sabiduría y volar no eran deseos que valiera la pena pedir. Tampoco la paz mundial. Comprendí que lo que mueve al mundo, a cada uno de los individuos es la música.
Si tuviera la posibilidad pediría tener la capacidad de poder musicalizar momentos.
Benny Hill para cuando alguien persigue a otro.
Tibios violines para resbalar teamos.
You get what you give y Someday we'll know de New Radicals, cuando se muere alguien que querés mucho de verdad.
Penny Lane de The Beatles para cuando estás en el último día de vacaciones. Aunque, obviamente, antes de salir tiene que sonar Volver a casa para levantar un poco.
La música de Alf para... Bueno, ésa siempre queda bien.
El segundo deseo sería poder hablar tan rápido y sin trabarme como hacen los locutores que dicen Promoción válida desde el 18 de julio hasta el 17 de agosto para toda la República Argentina excepto Ranelagh, Gerli y Gonzalez Catán. Esta promoción no es acumulable con otras promociones vigentes. Bases y condiciones en http://conlapuertaabierta.blogspot.com.
Y el tercer deseo me lo guardo por si algún día cambian esa ley que no permite pedir "poder pedir todos los deseos que yo quiera".
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Matías
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11 de noviembre de 2009
0:59
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Estudié siete años de piano.
Estudié un año y medio de canto.
No soy un erudito en música ni mucho menos, pero entiendo sobre ritmo, acordes, escalas y armonía.
Amo la música clásica y sinceramente se me pone la piel de gallina cada vez que escucho el segundo movimiento de la séptima sinfonía de Beethoven.
Pero me gusta Calle 13.
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Matías
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7 de noviembre de 2009
1:31
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Mañana y pasado no habrá novedades mías en el blog.
No me morí, no me aburrí del blog, no hice voto de posteo, no me cortaron Internet, no me robaron la password de la cuenta, no se me perdió el teclado, no me olvidé cómo se escribe en español ni cerré la puerta de mi casa con las llaves adentro. Pasa que me voy a Entre Ríos.
Si usted es un ladrón o ratero ni se gaste en ir a desvalijar mi casa ya que lo más probable es que se encuentre con cualquiera de mis amigos acompañado por alguna conocida casual. Recuerde que los cacos también tienen códigos y eso no se interrumpe, ¿quédo claro? Mejor así.
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Matías
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6 de noviembre de 2009
14:47
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Estadísticamente el ser humano medio nace, crece, mira Tinelli, se reproduce accidentalmente y muere.
Algunos también van a la cancha.
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2:36
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Deeeentro de todo soy una persona bastante normal. Excepto por una cosa. Por algún motivo divino o terrenal no me gusta Sabina. Ojo, lo respeto, eh. Pero no me gusta para nada. Me irrita escucharlo.
Obvio que esto lo cuento nomás acá... en otros contextos no soporto la reacción.
Hagan el experimento. Un día, cuando estén en un cumpleaños, bautismo, comunión o bar mitzva esperen a que se produzca un silencio en su mesa, chasqueen su lengua y digan "la verdad que a mí no me gusta Sabina". Van a ver como en seguida solito les va a salir el "Naaa! Jaja, mentira!". Solito, eh.
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3 de noviembre de 2009
0:11
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Todos sabemos que desde el más acérrimo creyente hasta el mayor de los ateos concuerdan en que el mejor invento de Dios es el aire acondicionado.
Yo tengo una gracia que realizo con cierta frecuencia a partir de... supongamos... octubre, que consiste en decir, cuando el calor empieza a burlarse de nosotros, "¡Ahhh... qué bien que hizo Dios en inventar el aire acondicionado!". Pero el "Ahhh" es ese "Ahhh" que dicen las personas grandes con dolor de cintura cuando por fin se zambullen en un sillón después de haber viajado parados en el 109 desde el Correo Central hasta Corrientes y Malabia.
¿Tiene algo que ver esto con los colores? Probablemente no. Pero lo que viene, sí.
Es mi intención realizar en esta entrada una ligera aclaración con el solo objetivo de evitar futuros entredichos o desacuerdos.
Me he cruzado más de una vez con personas que tienen una idea errónea sobre el concepto de color. No importa cuánto amemos a los colores, debemos entender que los objetos son objetos y los colores, colores. Evitemos, con el fin de tener una conversación entendible, ponerle nombre de cosas a los colores.
Amarillo, naranja, rojo, azul, celeste, verde, rosa, violeta, blanco, negro. En un principio la cosa terminaba ahí y yo no me enteré de nadie que se haya muerto por no poder comunicarse. Sin embargo, como el mundo no está formado sólo por extremistas tuvimos la necesidad de agregar el gris. Años más tarde, un grupo de jóvenes progresistas impulsaron la separación del verde en verde claro y verde oscuro. Razonable, aceptamos. Y, hace no muchos años, alguien tímidamente propuso el marrón y nosotros nos miramos incrédulos y dijimos "¡Pero claro!" y nos golpeamos la frente con la palma de la mano en señal de "¡¿Cómo me pude haber olvidado?!". Asumimos abiertamente nuestro error y lo agregamos, porque si hay algo que no tenemos es soberbia.
Ahora bien, yo me pregunto... ¿Para qué sirvieron tantos años de sano control y mesura? Si ahora cualquiera puede hacer una mezclita de témperas y bautizarla como "almendra confitada". Vamos a ponernos de acuerdo:
rubí, esmeralda, zafiro, jade son piedras o minerales, no colores.
azul marino, azul francia, azul eléctrico, azul cobalto.
el salmón es un pez.
café, té, té con leche son bebidas.
¿caqui? Eso es un apodo.
¿beige? ¡Ni siquiera es en español!
Y dejo para el final a mi favorito: fucsia. Borren cualquier sonrisa de su cara porque fucsia es una falta de respeto. Primero... es rosa. Y segundo... cualquier persona con un mínimo de decencia y de moral le habría puesto fuxia.
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20 de octubre de 2009
1:20
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Señor, señora: En aquellos momentos en los que siente que la tristeza y la soledad lo abruman, no dude en leer Instrucciones para abrir un paquete de jabón Sunlight de Alejandro Dolina.
Está muy lejos de ser un texto de autoayuda, no le resolverá ningún problema y, si le roba una sonrisa, será acompañada de nostalgia. Sin embargo, verá después cuán acompañado se siente en su soledad.
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18 de octubre de 2009
17:00
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Hoy estoy teniendo un día maravilloso.
Aprovechando su escala por Buenos Aires pude compartir mi mañana con mi gran, gran amigo Santi. Tomamos mate en mi casa, nos pusimos un poco al día y nos demostramos que la complicidad, la frescura, la confianza y la amistad siguen intactas desde el día que partió.
Yo soy de agua fácil, así que después de dejarlo en lo de su abuela y darnos dos abrazos de despedida, me subí al auto y como no quería lloriquear, bajé la ventanilla entera y puse Dancing Mood muy fuerte.
Estaba tan feliz que, sin pasar por mi casa, fui a lo de mi mamá y le regalé un bonito ramo de lirios con la excusa del Día de la Madre. Mi papá cebó mates y charlamos los tres durante un rato.
Ahora me espera una relativamente breve siesta y luego a pasar la tarde con mi familia.
Les deseo a todos que tengan un muy bello día. Hoy, y sólo por hoy, si sos mamá el deseo vale doble.
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17 de octubre de 2009
3:31
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Cerca de mi casa hay un pajarito que empieza a cantar a las dos de la mañana. No es que me moleste su canto, para nada... pero es que me da una pena, pobrecito... Así, todo perdidito en la vida.
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16 de octubre de 2009
3:00
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Señor Isaac:
Ante todo permítame presentarme. Mi nombre es Matías y pertenezco a la agrupación ISM (Inventores Sin Máscaras). Por si no nos conoce le cuento que nuestra organización trabaja día a día persiguiendo su fin último que es desenmascarar falsos descubridores. Como se imaginará, esta tarea no se realiza por puro capricho sino que es una consecuencia natural que emana de las ideas plasmadas en nuestra Carta Orgánica. Cada miembro de la ISM sostiene fervientemente que no pueden existir descubridores sencillamente porque el concepto de descubrimiento es, en esencia, falaz.
A lo largo de su historia, la ISM, ha recolectado distintas pruebas para desmentir uno a uno los supuestos descubrimientos. Sin más rodeos déjeme comentarle que nuestra protesta se ve dirigida hacia la soberbia y falsamente omnipotente naturaleza y sus cobardes cómplices. Como usted.
La idea de descubrimiento reemplaza la figura del inventor por la del descubridor, el cual debe conformarse con la mísera fama y deshacerse del ingenio, la creatividad y, por qué no, la magia que le imprime su invención. La responsabilidad de tal acto recae entonces sobre la mismísima naturaleza, quien instantáneamente hace otra marquita en la pared.
Señor Newton, es el objetivo de esta carta abierta hacer de público conocimiento el hecho de que usted no descubrió la gravedad. Usted la inventó. Luego de extensísimas investigaciones, la ISM ha llegado a la conclusión de que antes del año 1687 la gravedad no existía en absoluto. Queda pendiente determinar las causas que llevaron a Usted a tomar la decisión de renunciar a sus méritos y entender por qué, luego de tan brillante invención, escogió una excusa tan estúpida como que una manzana le cayó en la cabeza.
Voy a terminar esta carta explicándole por qué su acto es imperdonable, pero lo voy a hacer no como miembro de la ISM sino como Matías, persona y víctima de su invención. Aunque haya decidido regalarle todo el crédito a la naturaleza, es Usted el único y absoluto responsable de que hoy no podamos volar.
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Matías
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15 de octubre de 2009
2:35
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Vivir solo me enseño esto durante la última semana:
- Ni el frío ni el calor son mi fuerte.
- La puertita más chica de la heladera (la de arriba) enfría un montón.
- El metal conduce el calor.
- La sopa de zapallo también.
- Los utensilios de cocina de plástico, por más color madera que tengan y por más fe que uno les ponga, siguen siendo de plástico. Y no, no conducen el calor. Más bien son extremadamente susceptibles a él.
- Cuando se prepara pollo a la cerveza, la bebida debe incluírse durante la cocción y no antes de descongelar el ave.
- Podés cerrar la puerta del freezer, salir del departamento, contar hasta diecisiete, decir las palabras mágicas y luego volver a entrar cuantas veces quieras. Al abrir nuevamente la puerta nada se habrá solucionado, los vidrios seguirán ahí y el hielo de los bordes estará cada vez más amarillo. También tarde o temprano tus vecinos llamarán a la Administración para advertirles sobre tu comportamiento tan particular.
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2:02
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Podrán decirme lo que quieran, pero para mí ahínco es algo que hacen los caballos.
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11 de octubre de 2009
7:34
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...sicaria sílfide: si siguieras simulando sinceridad, siendo siempre simple, silente, sin sinrazones, sin sinsentidos... siete siglos silbaría sinfonías siderales, silenciaría silvestres sirenas sigilosamente... sin síntomas siniestros, sin siquiera sinsabores.
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Matías
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0:08
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Santiago Luna fue el mejor actor dramático que haya sido visto en escena. Ese género era el único que podía interpretar pero lo hacía maravillosamente. Los teatros desbordaban cada vez que él se presentaba y las ganancias por la venta de pañuelos casi alcanzaba a la de la venta de entradas.
Dicen... que sus ensayos siempre se extendían más de lo planificado porque sus compañeros no podían evitar romper en llanto cuando él alcanzaba el clímax de su interpretación del tipo miserable, sumergido en la más ácida de las soledades y asfixiado por la tristeza.
La clave del éxito, lo que realmente impactaba de las actuaciones de Santiago Luna era el realismo de su llanto. Dicen... que cada vez que visitaba un teatro nuevo, los empleados del lugar se alertaban al verlo llorar en escena y tras las bambalinas le preguntaban si estaba bien y el asentía ligeramente con la cabeza. Cada lágrima que él volcaba en el escenario era causada íntegramente por su hábil mente evocando vivencias desgraciadas.
Sin embargo, Santiago Luna no era una persona que había nacido con el don de la actuación. Su sueño desde chico había sido ser comediante pero la ausencia absoluta siquiera de sonrisas en el público fueron apilando fracasos que lo hicieron probar suerte con el drama ni bien salió de la adolescencia.
- ¿Cómo hago para llorar?
- Y... pensá en algo que te cause tristeza -respondió indiferente el maestro.
Sentado bajo el árbol de las manzanas flojas sintió como la mayor de las obviedades le golpeó la cabeza y la idea que lo llevaría al éxito brotó de repente. La calidad de sus actuaciones se elevó a niveles insospechados y sorprendió a todo aquel que alguna vez lo había visto intentado arrancar una risa.
Santiago Luna se convirtió en una experto a la hora de rememorar tristezas y fracasos. Comenzó con algunos recuerdos vagos de su niñez, luego pasó por amores rotos de adolescente y cuando se acostumbró a esos siguió con familiares muertos, películas lacrimógenas, la final del mundial del 90 y caminar seis cuadras bajo la lluvia para encontrarse con el kiosco cerrado.
La idea de que algún día podría quedarse sin recuerdos que lo quiebren comenzó a atemorizar a nuestro apasionado actor. Su vida era el teatro y él consideró que era necesario asegurar su capacidad actoral a cualquier precio. A partir de ese día Santiago Luna buscó proactivamente causarse experiencias traumáticas a fin de nunca quedarse sin recursos. Se convirtió, entonces, en un experto del boicot. Malgastó su fortuna acumulada en cualquier actividad que no fuera placentera, buscó el olvido de sus amigos y su familia, se rodeó de mujeres sabidamente infieles, se hizo hincha de equipos que nunca ganaban, apostó a caballos rengos, compró autos usados a tipos con bigotitos y acciones de empresas a punto de quebrar. Dicen... que de noche se lo escuchaba martillar sus cañerías para generarse inundaciones, que usaba el mismo cuchillo para la carne y la verdura, que desenchufaba la heladera para cortar la cadena de frío y que una vez... comió sandía con vino tinto.
El día de su muerte lo encontró en la más amarga, fanática y buscada de las soledades. Sin embargo, a todos se nos pianta un lagrimón cuando vemos algún fragmento de alguna de sus obras que pasan por Volver.
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Matías
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8 de octubre de 2009
3:12
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...es tratar al otro como si hoy fuera su cumpleaños.
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Matías
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6 de octubre de 2009
3:27
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Yo no soy un tipo que se deja convencer así como así pero hay que darle crédito a la gente que persevera. Esta vez debo decir que me saco el sombrero ante aquéllos que, con sumo ímpetu, rompieron no una sino las dos ventanillas delanteras de mi auto (en sendas ocasiones, claro). Y el detalle dadaísta de dejar un cascote pendiendo sobre la palanca de cambios con equilibrio de colibrí... sencillamente magnifique. Ante tales apasionados pedidos finalmente acepté por alquilar una cochera. No era lejos, estaba bien.
Sin embargo, todo cambió cuando una noche llegué a mi casa y encontré un papel con este mensaje:
Hola Matías: Te conseguí cochera en el edificio $280 p/mes llamame o agregame al messenger encargado_copado@hotmail.com
Excelente! Más barata que la otra y en el edificio. Cerraba por todos lados. Le dije que sí, arreglé con la dueña y fue mía. La cochera, no la dueña. La dueña es de ella.
A causa de una visión no óptima, me cuesta medir distancias. También me cuesta resolver problemas de encastre, pero me parece que eso es más neurológico que visual.
A las 5 de la mañana del viernes pasado llegué con el auto para estacionarlo en la cochera nueva por primera vez. Con la gracia que me caracteriza y una indiferencia catedrática pulsé el botón del control remoto cual Licenciado en Apertura de Portones a Distancia. Entré. Al instante (ya que mi cochera es la primera) me encontré con el siguiente problema: Imagínese un 1. Suponga que se encuentra con su auto en la base del palito largo y que tiene que manejar en línea recta y luego doblar a la izquierda y terminar en el extremo del palito corto. Sí, hacer un giro de 135 grados.
¡Espere Señor Lector! No venga a dejarme un comentario que diga: metelo de cola, salame, porque si Usted hubiera estado ahí para contarme el truquito de imaginarse el 1, yo también me habría dado cuenta. ¡Pero yo estaba ahí solo, era de noche y nunca había tenido que estacionar así! Y desde chiquito que mi papá me enseñó que la perseverancia y las ganas de triunfar le ganan a la física.
Nota mental: decirle a papá que estaba equivocado.
Nota mental 2: reflexionar acerca de otras cosas en las que papá podría estar también equivocado.
Después de cinco minutos tratando... apagué el motor y me bajé. Hice una inspección visual y (no sé por qué) empecé a correr hacia el final de la cochera. Me imaginé que alguien podría estar filmando y que subiría el video a YouTube o que lo pasarían en la tele y todos se reirían y dirían ¡flaco, sos un estúpido! Obviamente no encontré nada al final que sea distinto al principio. Cuando estaba volviendo se apagaron las luces. No voy a decir que tuve miedo... pero igual quería que se prendieran. Finalmente la obviedad vino a mi mente y se me ocurrió utilizar una cochera vacía para girar y dejar el auto mirando hacia el otro lado.
Estacionar a 45 grados es muchísimo más fácil que hacerlo a 135. Posta.
Terminado el asunto, salí por el portón a la calle. Lo cerré con indiferencia catedrática y entré al edificio por la puerta principal. Como debe ser.
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Matías
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2 de octubre de 2009
2:35
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Al mes de comprarme mi primer auto, choqué.
Corría un 31 de mayo, era sábado y yo había acordado con mi amigo Dani para juntarnos con su vecino a tocar la guitarra. Advertí al llegar a su casa que me había olvidado las facturas en la mía y decidí volver a buscarlas. Volvía por la calle Yatay, pasé Jumbo, pasé la otra calle y doblé en Estado de Israel con el semáforo amarillo mirándome. Afortunadamente me salió bien la parte de eludir a la señora que cruzaba la calle por la mitad pero fallé al querer esquivar al auto estacionado y al taxi en doble fila contra el cual finalmente me estrellé.
Un mes y medio más tarde cuando mi auto estaba casi listo para ser vuelto a usar, Claudio, mi mecánico, advirtió que el cinturón de seguridad estaba roto y que tendría que desembolsar un poco más de dinero. Entre nosotros, amigos míos, ¿cuánto puede costar un nuevo cinturón? Seguramente una suma insignificante al lado del gasto total.
Pocos números guardan la dulzura del sonido de tantas eses juntas más que seiscientos. Sin embargo, cuando viene acompañado de "pesos" se asemeja mucho a cuando uno baja una escalera a oscuras y está absolutamente seguro de que aún queda un escalón más y pisa firme esperando el hueco y se topa contra el piso proximísimo.
¿Sabés qué pasa...? - inquirió retóricamente Claudio, en mayo hay que traerlos de afuera.
Lucas ya me había explicado cómo era el sistema pero yo nunca había terminado de creerle. Los trunis son aves migratorias como las golondrinas. Son extremadamente nerviosas y se las puede reconocer fácilmente por una cresta de púas negras en la mitad de la cabeza, ojos bien abiertos con los párpados tensos y los dientes apretados hasta casi sacar chispas. Bajo condiciones naturales nunca duermen y han sido un gran problema para muchas poblaciones nativas. Luego de varios años de experimentación el hombre urbano aprendió que estas aves sólo pueden dormirse con el run run de los autos. Al entrar al estado de REM los párpados y dientes se relajan dando espacio a una expresión facial mucho más apropiada para un ave. Ellas duermen en ese dispositivo desde el cual uno tira para sacar el cinturón de seguridad y donde él mismo sabe enrollarse solito. Pero ¡eso sí! Por más que el run run provenga del más plácido viaje que uno esté haciendo a Tandil, es indispensable tirar del cinturón de seguridad suavemente, lento... con delicadeza... que al fin y al cabo le estás haciendo una caricia a un ave... porque sino, indefectiblemente, el truni se despierta, los nervios vuelven y ¡zac! los dientes se cierran convirtiendo a la boca en un calabozo. Y ahí notará Usted, amable lector, cómo le resultará imposible seguir desenrollando el cinturón a menos que se detenga y empiece nuevamente pero con esa delicadeza zoológica que le expliqué...
¡Hey! ¡Seiscientos pesos, te dije! Repitió Claudio. ¿Qué hacemos? Sino tenés uno por ciento cincuenta, pero usado...
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28 de septiembre de 2009
13:38
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Son merecedores del mayor de mis respetos aquellas personas que son capaces de reconocer cuando un queso roquefort está realmente podrido.
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26 de septiembre de 2009
18:35
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Cuando era más chico me preguntaba cómo era que a los científicos no se les había ocurrido inventar un aparato que separara el oxígeno del hidrógeno para hacerles la vida más fácil a los pobres buzos.
Hoy, que ya sé lo del ratón Perez y los reyes y que ya cursé Análisis Económico, me doy cuenta que el negocio de los tubos de oxígeno debe seguir siendo muy rentable.
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Matías
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25 de septiembre de 2009
0:12
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Jueves de por medio viene una señora que muy amablemente limpia mi casa a cambio de una ración de mi salario. La verdad es que este rito cierra por todos lados desde mi punto de vista. Ella es de muchísima confianza por lo que los miércoles yo me encargo de dejar un juego de llaves que ella recogerá al día siguiente y usará para abrir la puerta.
Todas las mañanas de aquellos jueves de por medio me encargo de dejar el dinero necesario y un papelito sobre la mesa de la cocina, debajo de un matecito de loza que compré cuando era más adolescente y que tiene dibujada la cara del mono mario. No Mono Mario, sino mono mario. En el papelito siempre dejo algo escrito... alguna indicación, pedido, comentario o sugerencia. Voy a ser sincero: el mensaje de hoy lo podría haber obviado. Es cierto, le dije casi lo mismo que la vez anterior y, si no hubiera dejado nada dicho, ella habría sabido qué hacer. Estoy seguro. Pero a veces uno genera un cariño particular con la gente. Y tiene formas también particulares de demostrarlo, claro. Para mí ese papelito hace la relación un poco menos impersonal. A ver... ella viene, limpia y se va. Yo no la veo nunca. Y, lo cierto es que ambos somos personas y nunca está de más una demostración de afecto. Muchas veces, para darme cuenta de si una persona me importa o no, pienso cómo me pondría si esa persona se muriera. Entonces yo digo "Me importa, o sea... si se muere, me pongo mal". Y yo... la verdad que me pondría bastante triste si ella se muriera. De manera que decidí establecer un lazo afectivo a través de un papelito que le dejo debajo de un mate.
Esto del blog da una suerte de anonimato o, al menos, no ver la cara del interlocutor. A ella no puedo contarle esto. Pero estoy a sólo un par de jueves de que se me acaben las indicaciones y tenga que dejarle un papelito que, con la más absurda honestidad, diga "Mari, hoy no tengo nada para decir. Besos, Mati".
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Matías
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22 de septiembre de 2009
23:57
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Tengo que admitir que esta soledad autoimpuesta no sólo aporta experiencias circenses y jocosas como convivir con fruta fermentada en la heladera, lavaderos inundados y vecinos que probablemente no deseen verme pasear desnudo por mi comedor. Es también un acento. Quiero decir, saber que desde el rincón más recóndito de tu casa hasta la puerta sólo estás vos, te expone de tal forma que a veces es preferible dormir en una cama de hielo.
Pero también hay que ser conciente de las sonrisas camufladas, de la felicidad escondida.
Yo no sé definir la felicidad pero sí sé que hay momentos en los que me sorprendí feliz. No estoy hablando de amor ni de personas sino más bien pensando en el disfrute pleno de una situación. Recién me pasó.
Hoy tenía ganas de cocinar y decidí preparar calabazas rellenas con jamón, arvejas, morrón, queso y huevo. Tenía las tres hornallas encendidas, una para la calabaza, otra para hervir las arvejas y el huevo y, la tercera, con la pava. Estaba comenzando a preparar lo que sería mi cena. Con los dedos habría las vainas y quitaba las arvejas de adentro para cocinarlas. Desde el comedor sonaba Azules Turquesas de Lisandro Aristimuño y, como tenía las manos ocupadas, me incliné hacia la mesa para tomar el mate caliente que tenía cebado. Un juvenil viento de cuentos me despeinó las cejas. Aunque inmerso en la más simple cotidianeidad me sentí libre. En lo pequeño. En lo minúsculo. Pero libre.
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Matías
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21:49
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Mi mamá tenía razón cuando me dijo que la papa podrida era una de las cosas que despedía más feo olor.
Lloró, pataleó y refunfuneó. Tuve que desprender una a una sus patitas agarradas a la pared y, entre lágrimas (suyas), la eché de casa.
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Matías
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21 de septiembre de 2009
2:51
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El 16 de agosto elegí unos sillones en una coqueta mueblería ubicada sobre la avenida Belgrano que estarían en mi casa luego de quince días. En general, comprar sillones no genera un cambio radical en la vida de una persona y eso fue precisamente lo que me pasó. Los días transcurrieron hasta que una tarde mi comedor me recordó que faltaban los sillones.
El viernes 11 de septiembre llamé a la mueblería y un amable señor me informó que estaban atrasados con las entregas pero que el lunes o martes (más seguro el martes) mis sillones estarían ahí. "Son cosas que pasan", pensé, agradecí la información y corté.
El miércoles volví a llamar.
- Hola, qué tal? Yo compré unos sillones ahí y habían quedado en entregármelos en quince días, pero ya va un mes y yo sigo sin tenerlos. Hablé con usted el viernes pasado y me dijo que estarían para el martes, pero ya vé que es miércoles y yo sigo sin ellos.
- Sí, estamos atrasados con las entregas.
- Sí, de eso ya me di cuenta. Me gustaría saber cuándo los voy a tener.
- No sé, tengo que llamar a fábrica para que ellos me digan.
- Cómo "no sé"? Yo ya tendría que tener mis sillones!
- Sí, sabe qué pasa? Estamos con muchas ventas, entonces nos atrasamos con las entregas.
La naturalidad que envolvía los cínicos comentarios del vendedor era envidiable.
- Bueno, yo me alegro muchísimo por sus ventas! Pero yo quiero mi sillón en mi casa!
Alto ahí. Olvidé decir que había dejado $300.- de seña y había perdido la factura... No me convenía hacerme mucho el loco.
El jueves me llamó y me aseguró que al día siguiente los sillones estarían ahí y que el señor fletero me llamaría por teléfono para acordar la entrega. El viernes a las 20 horas llamé de nuevo y nadie me atendió.
Sábado a las 10:47 horas me suena el celular. Me despertó, atendí y era el fletero preguntándome si podía venir en ese momento. Acepté y me dijeron que estarían acá en cuarenta minutos. ¡La gente decente duerme los sábados a las once menos cuarto de la mañana! Obviamente, no me había acordado de tener plata en mi casa por lo que tuve que levantarme, vestirme y correr hasta un cajero a retirar lo que faltaba y volver.
Luego de un poquito más de dos horas llegaron. Subieron el sillón y lo dejaron en el comedor.
- Emm... faltarían las riñoneras, no? (Nota: Cuando fui a comprar sillones aprendí que las "riñoneras" son unas cosas acolchonadas que van sobre los apoyabrazos).
- A ver... sí. Parece que no las hicieron en la fábrica. Llame a la mueblería y haga el reclamo.
- Sí, muchas gracias por todo.
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Matías
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1:09
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La búsqueda comenzó de lo más tranquila, con más pausa que prisa. Pero a medida que el tiempo pasaba y el hedonismo ganaba peso en mi personalidad el trámite se volvió más expeditivo. El asunto es que un domingo de elecciones visité un departamento grande y luminoso en Caballito que me gustó mucho. Volví a mi (anterior) casa con una decisión casi tomada. Por más paradójico que pareciera, sólo necesitaba la aprobación de mis padres para seguir adelante con el plan. No es que el voto positivo de aquellos resultara fundamental desde un punto de vista funcional, es sólo que en mi mente las decisiones son un poco más correctas si ellos están de acuerdo conmigo. Todos los martes la Lic. C trabaja conmigo para eliminar esta manía. Bernardo, el dueño, aceptó que mis padres y yo visitáramos el departamento una vez más el miércoles por la mañana.
El silencio sepulcral de ellos mientras miraban el departamento me estaba empezando a causar dolor de espalda. A los minutos mi padre sentenció: "Si a vos te cierra desde la plata, dale para adelante. A mí me parece lindo". Uno a cero.
- Qué te parece?
- Emm, no sé... los pisos son patéticos.
Seis a uno abajo.
Los adjetivos con los que mi madre etiquetó los pisos, la mesada de la cocina, los marcos de las puertas y hasta el portero eléctrico me dejaron desnudo enfrente de una multitud. Claramente no estaba contando con esa aprobación que me regala una tranquilidad espiritual. Miedo, incertidumbre y vergüenza son algunos de los sentimientos que se me fueron atravesando durante el rato que duró la visita. Sin embargo, cuando me di cuenta de que jamás recibiría una aprobación que me invitara a convertir mi cuarto en el cuarto de la casa de mis papás donde yo dormía la bronca y la indignación aparecieron. Hey, fue muy positivo! Tenía un motivo para dar un portazo! Ok, no fue tan así. Pedí un descuento, como me aconsejó mi madre y me quedé a la espera de una respuesta. Esa noche Bernardo me avisó que estaba dispuesto a recibir cien pesos menos por mes así que no había nada más que pensar.
La parte de los trámites es aburrida.
Lo importante es que hoy estoy escuchando Dancing Mood y tomando mate en el comedor de mi casa.
Y me acabo de comer una porción de tarta que me traje de la casa de mis papás. No todo puede ser perfecto.
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Matías
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1:08
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Cuando uno tiene una muy buena relación con sus padres y una madre que cocina excelente y le lleva el desayuno a la cama cada día es difícil abandonar el nido. Sin embargo, teniendo un trabajo estable, un ingreso que permite cumplir con los gastos mensuales que acarrea vivir solo, un título universitario en mano y habiendo cumplido mis, ya no tan púberes, veinticuatro años, ya era hora de ponerme el delantal de amo de casa y salir a buscar un departamento.