Equipándome
Escrito por Matías | 21 de septiembre de 2009 2:51 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)
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El 16 de agosto elegí unos sillones en una coqueta mueblería ubicada sobre la avenida Belgrano que estarían en mi casa luego de quince días. En general, comprar sillones no genera un cambio radical en la vida de una persona y eso fue precisamente lo que me pasó. Los días transcurrieron hasta que una tarde mi comedor me recordó que faltaban los sillones.
El viernes 11 de septiembre llamé a la mueblería y un amable señor me informó que estaban atrasados con las entregas pero que el lunes o martes (más seguro el martes) mis sillones estarían ahí. "Son cosas que pasan", pensé, agradecí la información y corté.
El miércoles volví a llamar.
- Hola, qué tal? Yo compré unos sillones ahí y habían quedado en entregármelos en quince días, pero ya va un mes y yo sigo sin tenerlos. Hablé con usted el viernes pasado y me dijo que estarían para el martes, pero ya vé que es miércoles y yo sigo sin ellos.
- Sí, estamos atrasados con las entregas.
- Sí, de eso ya me di cuenta. Me gustaría saber cuándo los voy a tener.
- No sé, tengo que llamar a fábrica para que ellos me digan.
- Cómo "no sé"? Yo ya tendría que tener mis sillones!
- Sí, sabe qué pasa? Estamos con muchas ventas, entonces nos atrasamos con las entregas.
La naturalidad que envolvía los cínicos comentarios del vendedor era envidiable.
- Bueno, yo me alegro muchísimo por sus ventas! Pero yo quiero mi sillón en mi casa!
Alto ahí. Olvidé decir que había dejado $300.- de seña y había perdido la factura... No me convenía hacerme mucho el loco.
El jueves me llamó y me aseguró que al día siguiente los sillones estarían ahí y que el señor fletero me llamaría por teléfono para acordar la entrega. El viernes a las 20 horas llamé de nuevo y nadie me atendió.
Sábado a las 10:47 horas me suena el celular. Me despertó, atendí y era el fletero preguntándome si podía venir en ese momento. Acepté y me dijeron que estarían acá en cuarenta minutos. ¡La gente decente duerme los sábados a las once menos cuarto de la mañana! Obviamente, no me había acordado de tener plata en mi casa por lo que tuve que levantarme, vestirme y correr hasta un cajero a retirar lo que faltaba y volver.
Luego de un poquito más de dos horas llegaron. Subieron el sillón y lo dejaron en el comedor.
- Emm... faltarían las riñoneras, no? (Nota: Cuando fui a comprar sillones aprendí que las "riñoneras" son unas cosas acolchonadas que van sobre los apoyabrazos).
- A ver... sí. Parece que no las hicieron en la fábrica. Llame a la mueblería y haga el reclamo.
- Sí, muchas gracias por todo.
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