Santiago Luna, actor.

Escrito por Matías | 11 de octubre de 2009 0:08 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Santiago Luna fue el mejor actor dramático que haya sido visto en escena. Ese género era el único que podía interpretar pero lo hacía maravillosamente. Los teatros desbordaban cada vez que él se presentaba y las ganancias por la venta de pañuelos casi alcanzaba a la de la venta de entradas.
Dicen... que sus ensayos siempre se extendían más de lo planificado porque sus compañeros no podían evitar romper en llanto cuando él alcanzaba el clímax de su interpretación del tipo miserable, sumergido en la más ácida de las soledades y asfixiado por la tristeza.
La clave del éxito, lo que realmente impactaba de las actuaciones de Santiago Luna era el realismo de su llanto. Dicen... que cada vez que visitaba un teatro nuevo, los empleados del lugar se alertaban al verlo llorar en escena y tras las bambalinas le preguntaban si estaba bien y el asentía ligeramente con la cabeza. Cada lágrima que él volcaba en el escenario era causada íntegramente por su hábil mente evocando vivencias desgraciadas.
Sin embargo, Santiago Luna no era una persona que había nacido con el don de la actuación. Su sueño desde chico había sido ser comediante pero la ausencia absoluta siquiera de sonrisas en el público fueron apilando fracasos que lo hicieron probar suerte con el drama ni bien salió de la adolescencia.

- ¿Cómo hago para llorar?
- Y... pensá en algo que te cause tristeza -respondió indiferente el maestro.

Sentado bajo el árbol de las manzanas flojas sintió como la mayor de las obviedades le golpeó la cabeza y la idea que lo llevaría al éxito brotó de repente. La calidad de sus actuaciones se elevó a niveles insospechados y sorprendió a todo aquel que alguna vez lo había visto intentado arrancar una risa.
Santiago Luna se convirtió en una experto a la hora de rememorar tristezas y fracasos. Comenzó con algunos recuerdos vagos de su niñez, luego pasó por amores rotos de adolescente y cuando se acostumbró a esos siguió con familiares muertos, películas lacrimógenas, la final del mundial del 90 y caminar seis cuadras bajo la lluvia para encontrarse con el kiosco cerrado.
La idea de que algún día podría quedarse sin recuerdos que lo quiebren comenzó a atemorizar a nuestro apasionado actor. Su vida era el teatro y él consideró que era necesario asegurar su capacidad actoral a cualquier precio. A partir de ese día Santiago Luna buscó proactivamente causarse experiencias traumáticas a fin de nunca quedarse sin recursos. Se convirtió, entonces, en un experto del boicot. Malgastó su fortuna acumulada en cualquier actividad que no fuera placentera, buscó el olvido de sus amigos y su familia, se rodeó de mujeres sabidamente infieles, se hizo hincha de equipos que nunca ganaban, apostó a caballos rengos, compró autos usados a tipos con bigotitos y acciones de empresas a punto de quebrar. Dicen... que de noche se lo escuchaba martillar sus cañerías para generarse inundaciones, que usaba el mismo cuchillo para la carne y la verdura, que desenchufaba la heladera para cortar la cadena de frío y que una vez... comió sandía con vino tinto.
El día de su muerte lo encontró en la más amarga, fanática y buscada de las soledades. Sin embargo, a todos se nos pianta un lagrimón cuando vemos algún fragmento de alguna de sus obras que pasan por Volver.

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