Instrucciones para sentirse acompañado

Escrito por Matías | 20 de octubre de 2009 1:20 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Señor, señora: En aquellos momentos en los que siente que la tristeza y la soledad lo abruman, no dude en leer Instrucciones para abrir un paquete de jabón Sunlight de Alejandro Dolina.
Está muy lejos de ser un texto de autoayuda, no le resolverá ningún problema y, si le roba una sonrisa, será acompañada de nostalgia. Sin embargo, verá después cuán acompañado se siente en su soledad.

Domingo, 16 horas.

Escrito por Matías | 18 de octubre de 2009 17:00 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Hoy estoy teniendo un día maravilloso.
Aprovechando su escala por Buenos Aires pude compartir mi mañana con mi gran, gran amigo Santi. Tomamos mate en mi casa, nos pusimos un poco al día y nos demostramos que la complicidad, la frescura, la confianza y la amistad siguen intactas desde el día que partió.
Yo soy de agua fácil, así que después de dejarlo en lo de su abuela y darnos dos abrazos de despedida, me subí al auto y como no quería lloriquear, bajé la ventanilla entera y puse Dancing Mood muy fuerte.
Estaba tan feliz que, sin pasar por mi casa, fui a lo de mi mamá y le regalé un bonito ramo de lirios con la excusa del Día de la Madre. Mi papá cebó mates y charlamos los tres durante un rato.
Ahora me espera una relativamente breve siesta y luego a pasar la tarde con mi familia.

Les deseo a todos que tengan un muy bello día. Hoy, y sólo por hoy, si sos mamá el deseo vale doble.

Confusión aviaria

Escrito por Matías | 17 de octubre de 2009 3:31 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Cerca de mi casa hay un pajarito que empieza a cantar a las dos de la mañana. No es que me moleste su canto, para nada... pero es que me da una pena, pobrecito... Así, todo perdidito en la vida.

Carta abierta a Newton

Escrito por Matías | 16 de octubre de 2009 3:00 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Señor Isaac:


Ante todo permítame presentarme. Mi nombre es Matías y pertenezco a la agrupación ISM (Inventores Sin Máscaras). Por si no nos conoce le cuento que nuestra organización trabaja día a día persiguiendo su fin último que es desenmascarar falsos descubridores. Como se imaginará, esta tarea no se realiza por puro capricho sino que es una consecuencia natural que emana de las ideas plasmadas en nuestra Carta Orgánica. Cada miembro de la ISM sostiene fervientemente que no pueden existir descubridores sencillamente porque el concepto de descubrimiento es, en esencia, falaz.
A lo largo de su historia, la ISM, ha recolectado distintas pruebas para desmentir uno a uno los supuestos descubrimientos. Sin más rodeos déjeme comentarle que nuestra protesta se ve dirigida hacia la soberbia y falsamente omnipotente naturaleza y sus cobardes cómplices. Como usted.
La idea de descubrimiento reemplaza la figura del inventor por la del descubridor, el cual debe conformarse con la mísera fama y deshacerse del ingenio, la creatividad y, por qué no, la magia que le imprime su invención. La responsabilidad de tal acto recae entonces sobre la mismísima naturaleza, quien instantáneamente hace otra marquita en la pared.
Señor Newton, es el objetivo de esta carta abierta hacer de público conocimiento el hecho de que usted no descubrió la gravedad. Usted la inventó. Luego de extensísimas investigaciones, la ISM ha llegado a la conclusión de que antes del año 1687 la gravedad no existía en absoluto. Queda pendiente determinar las causas que llevaron a Usted a tomar la decisión de renunciar a sus méritos y entender por qué, luego de tan brillante invención, escogió una excusa tan estúpida como que una manzana le cayó en la cabeza.

Voy a terminar esta carta explicándole por qué su acto es imperdonable, pero lo voy a hacer no como miembro de la ISM sino como Matías, persona y víctima de su invención. Aunque haya decidido regalarle todo el crédito a la naturaleza, es Usted el único y absoluto responsable de que hoy no podamos volar.

Sobre diferencia de temperaturas y adolescencia tardía

Escrito por Matías | 15 de octubre de 2009 2:35 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Vivir solo me enseño esto durante la última semana:

  • Ni el frío ni el calor son mi fuerte.
  • La puertita más chica de la heladera (la de arriba) enfría un montón.
  • El metal conduce el calor.
  • La sopa de zapallo también.
  • Los utensilios de cocina de plástico, por más color madera que tengan y por más fe que uno les ponga, siguen siendo de plástico. Y no, no conducen el calor. Más bien son extremadamente susceptibles a él.
  • Cuando se prepara pollo a la cerveza, la bebida debe incluírse durante la cocción y no antes de descongelar el ave.
  • Podés cerrar la puerta del freezer, salir del departamento, contar hasta diecisiete, decir las palabras mágicas y luego volver a entrar cuantas veces quieras. Al abrir nuevamente la puerta nada se habrá solucionado, los vidrios seguirán ahí y el hielo de los bordes estará cada vez más amarillo. También tarde o temprano tus vecinos llamarán a la Administración para advertirles sobre tu comportamiento tan particular.

Empeño equino

Escrito por Matías | 2:02 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Podrán decirme lo que quieran, pero para mí ahínco es algo que hacen los caballos.

Silvia...

Escrito por Matías | 11 de octubre de 2009 7:34 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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...sicaria sílfide: si siguieras simulando sinceridad, siendo siempre simple, silente, sin sinrazones, sin sinsentidos... siete siglos silbaría sinfonías siderales, silenciaría silvestres sirenas sigilosamente... sin síntomas siniestros, sin siquiera sinsabores.

Santiago Luna, actor.

Escrito por Matías | 0:08 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Santiago Luna fue el mejor actor dramático que haya sido visto en escena. Ese género era el único que podía interpretar pero lo hacía maravillosamente. Los teatros desbordaban cada vez que él se presentaba y las ganancias por la venta de pañuelos casi alcanzaba a la de la venta de entradas.
Dicen... que sus ensayos siempre se extendían más de lo planificado porque sus compañeros no podían evitar romper en llanto cuando él alcanzaba el clímax de su interpretación del tipo miserable, sumergido en la más ácida de las soledades y asfixiado por la tristeza.
La clave del éxito, lo que realmente impactaba de las actuaciones de Santiago Luna era el realismo de su llanto. Dicen... que cada vez que visitaba un teatro nuevo, los empleados del lugar se alertaban al verlo llorar en escena y tras las bambalinas le preguntaban si estaba bien y el asentía ligeramente con la cabeza. Cada lágrima que él volcaba en el escenario era causada íntegramente por su hábil mente evocando vivencias desgraciadas.
Sin embargo, Santiago Luna no era una persona que había nacido con el don de la actuación. Su sueño desde chico había sido ser comediante pero la ausencia absoluta siquiera de sonrisas en el público fueron apilando fracasos que lo hicieron probar suerte con el drama ni bien salió de la adolescencia.

- ¿Cómo hago para llorar?
- Y... pensá en algo que te cause tristeza -respondió indiferente el maestro.

Sentado bajo el árbol de las manzanas flojas sintió como la mayor de las obviedades le golpeó la cabeza y la idea que lo llevaría al éxito brotó de repente. La calidad de sus actuaciones se elevó a niveles insospechados y sorprendió a todo aquel que alguna vez lo había visto intentado arrancar una risa.
Santiago Luna se convirtió en una experto a la hora de rememorar tristezas y fracasos. Comenzó con algunos recuerdos vagos de su niñez, luego pasó por amores rotos de adolescente y cuando se acostumbró a esos siguió con familiares muertos, películas lacrimógenas, la final del mundial del 90 y caminar seis cuadras bajo la lluvia para encontrarse con el kiosco cerrado.
La idea de que algún día podría quedarse sin recuerdos que lo quiebren comenzó a atemorizar a nuestro apasionado actor. Su vida era el teatro y él consideró que era necesario asegurar su capacidad actoral a cualquier precio. A partir de ese día Santiago Luna buscó proactivamente causarse experiencias traumáticas a fin de nunca quedarse sin recursos. Se convirtió, entonces, en un experto del boicot. Malgastó su fortuna acumulada en cualquier actividad que no fuera placentera, buscó el olvido de sus amigos y su familia, se rodeó de mujeres sabidamente infieles, se hizo hincha de equipos que nunca ganaban, apostó a caballos rengos, compró autos usados a tipos con bigotitos y acciones de empresas a punto de quebrar. Dicen... que de noche se lo escuchaba martillar sus cañerías para generarse inundaciones, que usaba el mismo cuchillo para la carne y la verdura, que desenchufaba la heladera para cortar la cadena de frío y que una vez... comió sandía con vino tinto.
El día de su muerte lo encontró en la más amarga, fanática y buscada de las soledades. Sin embargo, a todos se nos pianta un lagrimón cuando vemos algún fragmento de alguna de sus obras que pasan por Volver.

Amabilidad...

Escrito por Matías | 8 de octubre de 2009 3:12 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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...es tratar al otro como si hoy fuera su cumpleaños.

Cochera nueva

Escrito por Matías | 6 de octubre de 2009 3:27 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Yo no soy un tipo que se deja convencer así como así pero hay que darle crédito a la gente que persevera. Esta vez debo decir que me saco el sombrero ante aquéllos que, con sumo ímpetu, rompieron no una sino las dos ventanillas delanteras de mi auto (en sendas ocasiones, claro). Y el detalle dadaísta de dejar un cascote pendiendo sobre la palanca de cambios con equilibrio de colibrí... sencillamente magnifique. Ante tales apasionados pedidos finalmente acepté por alquilar una cochera. No era lejos, estaba bien.
Sin embargo, todo cambió cuando una noche llegué a mi casa y encontré un papel con este mensaje:


Hola Matías: Te conseguí cochera en el edificio $280 p/mes llamame o agregame al messenger encargado_copado@hotmail.com


Excelente! Más barata que la otra y en el edificio. Cerraba por todos lados. Le dije que sí, arreglé con la dueña y fue mía. La cochera, no la dueña. La dueña es de ella.
A causa de una visión no óptima, me cuesta medir distancias. También me cuesta resolver problemas de encastre, pero me parece que eso es más neurológico que visual.
A las 5 de la mañana del viernes pasado llegué con el auto para estacionarlo en la cochera nueva por primera vez. Con la gracia que me caracteriza y una indiferencia catedrática pulsé el botón del control remoto cual Licenciado en Apertura de Portones a Distancia. Entré. Al instante (ya que mi cochera es la primera) me encontré con el siguiente problema: Imagínese un 1. Suponga que se encuentra con su auto en la base del palito largo y que tiene que manejar en línea recta y luego doblar a la izquierda y terminar en el extremo del palito corto. Sí, hacer un giro de 135 grados.
¡Espere Señor Lector! No venga a dejarme un comentario que diga: metelo de cola, salame, porque si Usted hubiera estado ahí para contarme el truquito de imaginarse el 1, yo también me habría dado cuenta. ¡Pero yo estaba ahí solo, era de noche y nunca había tenido que estacionar así! Y desde chiquito que mi papá me enseñó que la perseverancia y las ganas de triunfar le ganan a la física.
Nota mental: decirle a papá que estaba equivocado.
Nota mental 2: reflexionar acerca de otras cosas en las que papá podría estar también equivocado.


Después de cinco minutos tratando... apagué el motor y me bajé. Hice una inspección visual y (no sé por qué) empecé a correr hacia el final de la cochera. Me imaginé que alguien podría estar filmando y que subiría el video a YouTube o que lo pasarían en la tele y todos se reirían y dirían ¡flaco, sos un estúpido! Obviamente no encontré nada al final que sea distinto al principio. Cuando estaba volviendo se apagaron las luces. No voy a decir que tuve miedo... pero igual quería que se prendieran. Finalmente la obviedad vino a mi mente y se me ocurrió utilizar una cochera vacía para girar y dejar el auto mirando hacia el otro lado.
Estacionar a 45 grados es muchísimo más fácil que hacerlo a 135. Posta.

Terminado el asunto, salí por el portón a la calle. Lo cerré con indiferencia catedrática y entré al edificio por la puerta principal. Como debe ser.

Aves migratorias y el por qué de no chocar en otoño

Escrito por Matías | 2 de octubre de 2009 2:35 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Al mes de comprarme mi primer auto, choqué.
Corría un 31 de mayo, era sábado y yo había acordado con mi amigo Dani para juntarnos con su vecino a tocar la guitarra. Advertí al llegar a su casa que me había olvidado las facturas en la mía y decidí volver a buscarlas. Volvía por la calle Yatay, pasé Jumbo, pasé la otra calle y doblé en Estado de Israel con el semáforo amarillo mirándome. Afortunadamente me salió bien la parte de eludir a la señora que cruzaba la calle por la mitad pero fallé al querer esquivar al auto estacionado y al taxi en doble fila contra el cual finalmente me estrellé.
Un mes y medio más tarde cuando mi auto estaba casi listo para ser vuelto a usar, Claudio, mi mecánico, advirtió que el cinturón de seguridad estaba roto y que tendría que desembolsar un poco más de dinero. Entre nosotros, amigos míos, ¿cuánto puede costar un nuevo cinturón? Seguramente una suma insignificante al lado del gasto total.
Pocos números guardan la dulzura del sonido de tantas eses juntas más que seiscientos. Sin embargo, cuando viene acompañado de "pesos" se asemeja mucho a cuando uno baja una escalera a oscuras y está absolutamente seguro de que aún queda un escalón más y pisa firme esperando el hueco y se topa contra el piso proximísimo.

¿Sabés qué pasa...? - inquirió retóricamente Claudio, en mayo hay que traerlos de afuera.
Lucas ya me había explicado cómo era el sistema pero yo nunca había terminado de creerle. Los trunis son aves migratorias como las golondrinas. Son extremadamente nerviosas y se las puede reconocer fácilmente por una cresta de púas negras en la mitad de la cabeza, ojos bien abiertos con los párpados tensos y los dientes apretados hasta casi sacar chispas. Bajo condiciones naturales nunca duermen y han sido un gran problema para muchas poblaciones nativas. Luego de varios años de experimentación el hombre urbano aprendió que estas aves sólo pueden dormirse con el run run de los autos. Al entrar al estado de REM los párpados y dientes se relajan dando espacio a una expresión facial mucho más apropiada para un ave. Ellas duermen en ese dispositivo desde el cual uno tira para sacar el cinturón de seguridad y donde él mismo sabe enrollarse solito. Pero ¡eso sí! Por más que el run run provenga del más plácido viaje que uno esté haciendo a Tandil, es indispensable tirar del cinturón de seguridad suavemente, lento... con delicadeza... que al fin y al cabo le estás haciendo una caricia a un ave... porque sino, indefectiblemente, el truni se despierta, los nervios vuelven y ¡zac! los dientes se cierran convirtiendo a la boca en un calabozo. Y ahí notará Usted, amable lector, cómo le resultará imposible seguir desenrollando el cinturón a menos que se detenga y empiece nuevamente pero con esa delicadeza zoológica que le expliqué...

¡Hey! ¡Seiscientos pesos, te dije! Repitió Claudio. ¿Qué hacemos? Sino tenés uno por ciento cincuenta, pero usado...