5 meses

Escrito por Matías | 29 de diciembre de 2009 1:45 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Ya pasaron cinco meses desde el episodio de los pisos patéticos, la rebaja del alquiler y el problema con los sillones y debo reconocer que esto de vivir solo... va fluyendo. "Fluye" sería una exageración, el gerundio me parece más apropiado por ahora. Es cierto que Mari me soluciona el problema de la limpieza de mi nidito de soltero y que llevar la ropa al Lavamam me ahorra mucho tiempo y disgustos. La bolsa de ropa limpia y planchada muchas veces viene acompañada por un "te voy a regalar una plancha, eh" o un "a ver qué dice mi psicóloga cuando le cuente que el 24 de diciembre me trajiste una bolsa repleta de ropa sucia y el 25 tenías todo limpito y planchado".
La queja es algo que se gesta junto con el embrión en la panza de las mamás. Crece, se alimenta y se perfecciona junto con los niños, luego adolescentes y finalmente adultos. La queja es, además, una forma de relacionarse con los críos. Acompaña la llegada, la partida y la estadía del joven en el hogar paterno.
Lo importante es lograr comprender que la queja de la madre es algo completamente natural e inevitable y que los hijos debemos aprender a convivir con eso. O mandarnos a mudar y sufrirlo menos.
Sin embargo, en mi caso, aunque promesas de planchas nuevas estén presentes, yo sé que mi madre disfruta de lavar mi ropa. Significa que algo mío está aún bajo su horizonte de control. Siente que tiene bajo la manga la amenaza de "mirá que no te lavo la ropa, eh" y que yo tendré que ir cubierto por una frazada a trabajar. Y lo más, más importante... se asegura que, como mínimo, la voy a ir a visitar una vez por semana.

Pero yo quería hablar de otra cosa.

Desde que me mudé que dije que voy a instalar un filtro purificador para remover el cloro, metales pesados y demás sustancias que Lucifer pone en nuestra agua. Obviamente aún no lo hice. Lo que vengo haciendo es comprar un bidón de muchos litros de agua Villa del Sur (que me encanta) y voy rellenando una botella de dos litros, también de dicha marca.
Luego de varias rellenadas, me di cuenta de que usar embudo es de flojito.

Un saludo a mi mamá que me está leyendo.

Jardineros, tortugas y luciérnagas

Escrito por Matías | 27 de diciembre de 2009 1:05 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Acabo de ver El Jardinero Fiel y me siento como si estuvieran tocando la guitarra con mis tendones. La recomiendo. Eso sí, tengo dos amigos esperándome a quince cuadras de acá para ir a un bar. No se imaginan cuán buena es esta peli para quitarte todas las ganas de salir a divertirte un sábado a la noche.

De yapa dejo dos pelis más para no ver antes de irse de juerga: Turtles can fly y La tumba de las luciérnagas. Excelentes ambas.

Lengua naranja

Escrito por Matías | 14 de diciembre de 2009 22:11 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Antes de cantar su primera nota, mi morena respira un airecito y sus pulmones entran en una tibia ebullición. Cierra los ojos para guardarse su música hasta que decida dejarla salir.
Sólo cuando las paredes de la habitación, el aire y el piso están listos, ella separa los labios y deja salir un mi hecho de vapor de miel y semillas de girasol.
Yo echo raíces y sonrío para adentro.
Nunca había visto amanecer tantas veces en un día.

Melómano a La Terminal

Escrito por Matías | 9 de diciembre de 2009 14:57 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Sigo en la confitería. Acaba de entrar un pibe con un traje dentro de una bolsa de tintorería. Tiene unos auriculares de vincha plateados, enormes. Enormes. Cada uno se viste y se arregla como quiere, no? Pero esos auriculares... nah. Si esos son los de la calle, no me imagino cómo serán los auriculares que usa en un estudio de grabación... debe meter la cabeza adentro de un parlante. Se acercó al mostrador y gritó: "¡¿Me das un sanguche de milanesa?!"

Pollo a La Terminal

Escrito por Matías | 14:52 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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Choele Choel es un lugar casi tan perdido como 9 de Julio. Tiene otros encantos, claro, es el sur. Y ya sabemos sobre los encantos del sur.
Las terminales de micros son tan pequeñas que los colectivos que paran en la vereda de enfrente de la casa de mis papás, no cabrían. Tienen unas confiterías (barcitos) muy pintorescas donde se puede comer por poca plata.
Me pedí unos ñoquis con tuco y peceto y un 1/4 de vino de la casa. Llega la comida, llega el vino, llega el sifón. Acá el vino es con soda. Y no se haga el gracioso, no complique al mozo pidiéndole expresamente que no traiga el sifón. Sino, imagine la siguiente situación:

- ¿Coca? No, no, yo te pedí sólo un fernet.

¿No es cierto que no? Bueno, acá es lo mismo. Punto.

El vino me lo trajeron en un jarrito de metal y ¡menos mal que además de los aires acondicionados, dios inventó la soda! Definitivamente el vino no es rico. Ojo, no me quejo, eh, yo me lo busqué... vino de la casa en una terminal de micros.
Las pastas están ricas y vienen con el queso rallado ya puesto. Bastante queso, está bueno.
Otro trago de vino... En serio, es feo, feo. No exagero.

Pero el vino no opaca la situación. Es lindo estar acá. Hay una calidez especial en estas confiterías que me hace sentir en casa-viajando. Condensan la delicia del viaje. Bah... la delicia del viajar.

Llega el flan mixto.