Pa-té-ti-cos

Escrito por Matías | 21 de septiembre de 2009 1:09 | Dejame un comentario (los del globito ya escribieron)

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La búsqueda comenzó de lo más tranquila, con más pausa que prisa. Pero a medida que el tiempo pasaba y el hedonismo ganaba peso en mi personalidad el trámite se volvió más expeditivo. El asunto es que un domingo de elecciones visité un departamento grande y luminoso en Caballito que me gustó mucho. Volví a mi (anterior) casa con una decisión casi tomada. Por más paradójico que pareciera, sólo necesitaba la aprobación de mis padres para seguir adelante con el plan. No es que el voto positivo de aquellos resultara fundamental desde un punto de vista funcional, es sólo que en mi mente las decisiones son un poco más correctas si ellos están de acuerdo conmigo. Todos los martes la Lic. C trabaja conmigo para eliminar esta manía. Bernardo, el dueño, aceptó que mis padres y yo visitáramos el departamento una vez más el miércoles por la mañana.
El silencio sepulcral de ellos mientras miraban el departamento me estaba empezando a causar dolor de espalda. A los minutos mi padre sentenció: "Si a vos te cierra desde la plata, dale para adelante. A mí me parece lindo". Uno a cero.

- Qué te parece?
- Emm, no sé... los pisos son patéticos.

Seis a uno abajo.

Los adjetivos con los que mi madre etiquetó los pisos, la mesada de la cocina, los marcos de las puertas y hasta el portero eléctrico me dejaron desnudo enfrente de una multitud. Claramente no estaba contando con esa aprobación que me regala una tranquilidad espiritual. Miedo, incertidumbre y vergüenza son algunos de los sentimientos que se me fueron atravesando durante el rato que duró la visita. Sin embargo, cuando me di cuenta de que jamás recibiría una aprobación que me invitara a convertir mi cuarto en el cuarto de la casa de mis papás donde yo dormía la bronca y la indignación aparecieron. Hey, fue muy positivo! Tenía un motivo para dar un portazo! Ok, no fue tan así. Pedí un descuento, como me aconsejó mi madre y me quedé a la espera de una respuesta. Esa noche Bernardo me avisó que estaba dispuesto a recibir cien pesos menos por mes así que no había nada más que pensar.
La parte de los trámites es aburrida.
Lo importante es que hoy estoy escuchando Dancing Mood y tomando mate en el comedor de mi casa.
Y me acabo de comer una porción de tarta que me traje de la casa de mis papás. No todo puede ser perfecto.

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